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Parte 1 - El impacto del turismo en el medio ambiente

Es innegable la importancia, el peso y la relevancia que la industria del turismo tiene en buena parte del mundo. A lo largo de los últimos 60 años, el turismo ha ido creciendo y ganando posiciones hasta convertirse en una de las industrias que más riqueza genera en el mundo.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP por sus siglas en inglés), el turismo aporta un 10% del PIB mundial, el 7% de las exportaciones mundiales y representa uno de cada diez puestos de trabajo en el mundo. Su capacidad para atraer inversiones, generar puestos de trabajo, aumentar las exportaciones y adoptar nuevas y emergentes tecnologías lo convierten en un pilar importante para el crecimiento y el desarrollo económico a nivel internacional.

Sin embargo, este crecimiento no está exento de consecuencias. Y una de las más relevantes son los efectos medioambientales.

Una investigación llevada a cabo por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha concluido que el consumo de recursos clave (energía, agua, tierra y materiales, como combustibles fósiles, minerales, metales y biomasa) por parte del sector turístico está creciendo de forma proporcional a su generación de residuos sólidos y aguas residuales, pérdida de biodiversidad y emisiones de gases de efecto invernadero.

Según el mismo estudio, en un escenario normal, el turismo podría generar hasta 2050 un aumento del 154% en el consumo de energía, un 131% más en las emisiones de efecto invernadero, un 152% más en el consumo de agua y un aumento del 251% de los residuos sólidos (aquellos materiales desechados tras su vida útil, y que por sí solos carecen de valor económico).

En este sentido, y según informaciones publicadas por el medio sectorial Skift, el sector turístico contribuyó, en 2019, a la emisión del 11% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

Este mismo medio afirma que el crecimiento de las emisiones del sector es directamente proporcional al crecimiento de las llegadas de turistas internacionales. En el siguiente gráfico podemos observar la evolución de los últimos 10 años.

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Y, aunque muchas veces midamos el éxito de un sector y de una empresa por su impacto económico, es imprescindible reflexionar e ir un paso más allá.

En este sentido, debemos entender que el cambio climático no es solo una consecuencia sino que es una amenaza para la propia industria.

La contaminación, la escasez de recursos, el calentamiento global, etc. tienen un impacto directo y negativo en el turismo: inestabilidad climática, peores condiciones de salud para los habitantes locales, menos y peores playas, entre otros. Y también el clima determina la duración y la calidad de las temporadas vacacionales.

El aumento del nivel del mar, la mayor frecuencia de las inundaciones y otros fenómenos meteorológicos adversos amenazan en todas partes los medios de vida de las comunidades, desde las infraestructuras y las cadenas de suministro hasta la seguridad alimentaria.

Una transición justa para llegar a las cero emisiones netas antes de 2050 solo será posible si el sector turístico acelera la adopción de modalidades de producción y consumo sostenibles y redefine el éxito futuro para considerar no solo el valor económico, sino la regeneración de los ecosistemas, la biodiversidad y las comunidades.

Urge encontrar un modelo que priorice el bienestar de las comunidades y de los ecosistemas y consiga que las experiencias de los visitantes dejen de generar emisiones y consumir grandes volúmenes de recursos. La alternativa es seguir contribuyendo al cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad que ponen en peligro muchas de las actividades turísticas.

El turismo puede liderar la transformación hacia un futuro de bajas emisiones de carbono. La oportunidad es ahora.

El crecimiento de las emisiones del sector es directamente proporcional al crecimiento de las llegadas de turistas internacionales.

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